Con la actual campaña de mejora competitiva en infraestructura, el gobierno nacional y los locales se encuentran desesperados por encontrar recursos, muchos de ellos desaparecidos por la mano de corruptos que nadan en el mar putrefacto en el que se ha convertido la burocracia colombiana. En esa búsqueda de recursos, aparecen los aeropuertos con tarifas administrativas adicionales, de los cuales ya hay cuatro en el país.
Según la Asociación de Transporte Aéreo en Colombia, Atac, las tarifas adicionales incrementan un 7% el precio final de los tiquetes y bajan cerca de un 10% la demanda, algo contradictorio cuando se busca incentivar el turismo en la región. Se trata de los aeropuertos de Rionegro en Antioquia, Cúcuta en Santander, San Andrés y Leticia en Amazonas, donde cobran estas tarifas destinadas a diferentes objetivos. En el caso del José María Córdova, sería para cofinanciar el proyecto Conexión Vial Aburrá Oriente – Túnel del Oriente, situación que demandó la Atac.
En el caso de San Andrés se trata de la tarjeta de turismo que se cobra a su entrada, la cual se duplicó de 47.000 a 105.000 pesos. En Cúcuta se trata de la estampilla pro desarrollo fronterizo del aeropuerto Internacional Camilo Daza de Cúcuta que tiene un valor de 6.000 mil pesos, destinados supuestamente a la financiación del desarrollo agropecuario, de vías, agua potable y educación.
Por último, está el aeropuerto de Leticia, Alfredo Vásquez Cobo, con tarifa de contribución por turismo, de 25.000 pesos, destinado a fines turísticos. Lo curioso de este aparte es que según investigaciones de Germán Ignacio Ochoa, profesor de la Universidad Nacional, el 70% del total de recursos generados por turismo son apropiados por los agentes turísticos, vendedores de tiquetes aéreos, proveedores de seguros y hospedajes, el 19% se quedan en los agentes urbanos y quienes realizan la guía de las excursiones en su mayoría indígenas, solo reciben el 11%. ¿Dónde está el apoyo real a la región bajo esta distribución? y si las concesiones las tiene Aviatur y Decameron a quiénes solo les interesa generar beneficios monetarios, entonces ¿quién se encarga de la conservación natural y cultural?
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