Se prevé que los centros de datos que impulsan la Inteligencia Artificial (IA) representen cerca del 3,0 % de la demanda mundial de electricidad para 2030, el doble de su proporción actual. Ante este desafío, la industria tecnológica está desarrollando nuevas técnicas para limitar el consumo de energía y garantizar un crecimiento sostenible.
Según un informe del diario El Nuevo Siglo, una de las principales estrategias es la implementación de sistemas de refrigeración líquida en los centros de datos, que son significativamente más eficientes que la ventilación convencional. A esto se suma el desarrollo de chips de IA más potentes y eficientes, capaces de procesar más información con menos energía. En el ámbito del software, se están optimizando los procesos de entrenamiento de los modelos de IA para reducir su consumo energético. También se ha demostrado que es posible entrenar algoritmos complejos utilizando unidades de procesamiento gráfico (GPU) menos potentes, lo que contribuye a la eficiencia.
A pesar de estos avances, los expertos advierten sobre la “paradoja de Jevons”, que sugiere que un uso más eficiente de un recurso tiende a aumentar su demanda. Por lo tanto, aunque se espera que el consumo de energía siga creciendo, estas innovaciones son cruciales para que dicho aumento ocurra a una velocidad menor y más manejable.
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