El sector lácteo colombiano ha tenido varias dificultades en los últimos días. Por un lado la falta de estabilidad en los precios pagados al productor ha hecho que la actividad se torne insostenible en algunas regiones del país, una problemática en gran parte explicada por el ingreso a gran escala de productos lácteos importados, haciendo que la demanda de los transformadores nacionales disminuyera.
Sin embargo, ese no ha sido el único elemento que ha afectado el mercado de los productos lácteos. El modelo económico oligopsónico de los intermediarios lácteos del país, distribuidos por regiones, les da poder de mercado y obviamente capacidad de impacto sobre los precios. A esto se le suma el contrabando que ingresa de Ecuador y más recientemente de Venezuela, el cual es un fenómeno en incremento.
Como si fuera poco, al difícil momento del sector se le suma ahora el impacto de la aparición de los brotes de fiebre aftosa, que en medio del control, limita la movilidad de las reses, ejerce mayor control sobre los productos lácteos y castiga su mercado internacional. El más reciente caso lo registró México, que para curarse en salud suspendió las importaciones lácteas de origen colombiano.
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