La revolución de la inteligencia artificial (IA) está impulsando una ola de inversión sin precedentes en la construcción de centros de datos a “hiperescala”, infraestructuras clave para soportar las enormes demandas de procesamiento de esta tecnología. Estas nuevas infraestructuras se diferencian de los tradicionales por su alta densidad y su consumo intensivo de energía.
Según una estimación del banco de inversión, Morgan Stanley, citada en un reportaje de la BBC, a nivel mundial se invertirán alrededor de US$ 3 billones en centros de datos para IA de aquí al 2029. Para poner la cifra en perspectiva, este monto equivale aproximadamente al valor de toda la economía francesa en 2024. Aproximadamente la mitad de esta suma se destinará a la construcción y la otra mitad al hardware especializado, como los chips de Nvidia, que son esenciales para el entrenamiento de los modelos de IA.
Estos centros de datos de IA se caracterizan por una alta densidad de servidores, necesarios para minimizar la latencia (el tiempo de procesamiento) entre los chips. Sin embargo, esta configuración genera un consumo de energía masivo y volátil, con picos que equivalen a miles de hogares encendiendo y apagando electrodomésticos al unísono cada pocos segundos. Para hacer frente a este desafío, gigantes tecnológicos como Microsoft y Google están invirtiendo en energía nuclear, mientras que Amazon Web Services (AWS) se ha convertido en el mayor comprador corporativo de energía renovable del mundo.
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