El fenómeno migratorio ha aumentado significativamente debido a factores como conflictos, inestabilidad política, crisis económicas y cambio climático.
En América Latina, la migración, especialmente la venezolana, ha tenido impactos mixtos.
El fenómeno migratorio ha crecido exponencialmente en las últimas décadas debido a una confluencia de factores como los conflictos bélicos, la inestabilidad política, las crisis económicas y el cambio climático. La búsqueda de seguridad, mejores oportunidades laborales y una vida digna ha impulsado a millones de personas a abandonar sus países de origen, generando un impacto significativo tanto en las naciones receptoras como en las emisoras. Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en 2020 había aproximadamente 281 millones de migrantes internacionales, lo que representa el 3,6% de la población mundial. Este aumento en la migración no solo se refleja en las cifras, sino también en las repercusiones sociales, económicas y políticas que conlleva.
Los impactos económicos y sociales de la migración son diversos. Mientras que algunos países enfrentan dificultades para incorporar a los migrantes en sus economías, lo que genera tensiones fiscales a corto plazo, otros han logrado capitalizar el potencial de estos nuevos habitantes para impulsar su crecimiento económico. Sin embargo, este crecimiento también trae consigo desafíos, como el aumento en los precios de los inmuebles y alquileres debido a la mayor demanda de viviendas.
A nivel global, la migración está redefiniendo fronteras y desafiando las estructuras económicas tradicionales. En regiones como Europa y Norteamérica, la llegada masiva de migrantes ha planteado desafíos complejos. Por un lado, persiste la percepción de que los inmigrantes ejercen presión sobre los servicios públicos y el mercado laboral, lo que genera tensiones sociales. No obstante, estudios recientes indican que la inclusión efectiva de los migrantes en el mercado laboral puede impulsar significativamente la economía de los países receptores, siempre que se implementen políticas de integración adecuadas. De hecho, el Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que la fuerza laboral nacida en el extranjero podría contribuir a un crecimiento económico adicional de hasta un 2% en países como Estados Unidos en la próxima década, gracias al aumento de la inmigración.
En América Latina y el Caribe, la situación es igualmente compleja, con más de 6,6 millones de migrantes y refugiados venezolanos residiendo en la región según cifras de abril de 2024. Países como Panamá han experimentado un impacto positivo gracias a la inversión de emprendedores venezolanos, quienes han creado miles de empleos, muchos de ellos ocupados por ciudadanos locales. Sin embargo, la integración socioeconómica de los migrantes sigue siendo un desafío significativo.
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En el caso particular de Colombia, la llegada de migrantes venezolanos ha tenido un impacto notorio tanto en lo económico como en lo social. Según el “Estudio de Impacto Fiscal de la Migración Venezolana en Colombia: Realidad versus Potencial”, el impacto fiscal en 2022 representó casi un 2% del total de ingresos fiscales del país, y se proyecta que alcanzará los 804,3 millones de dólares con la regularización completa de los migrantes venezolanos en 2024. Este dato es especialmente relevante dado el contexto socioeconómico de Colombia, que ha enfrentado grandes desafíos para acoger a esta población migrante.
El estudio destaca que un 90% de la población venezolana en edad laboral en Colombia está empleada, aunque solo un 18% trabaja en su campo de especialización, lo que limita su potencial de generación de ingresos y los confina en gran medida al sector informal. Este panorama no es exclusivo de Colombia; estudios similares en Panamá y Perú han mostrado que, si bien los migrantes aportan positivamente a las economías locales, la falta de reconocimiento de sus cualificaciones profesionales y la discriminación limitan su plena integración socioeconómica.
A pesar de las dificultades, la migración venezolana ha generado beneficios tangibles para Colombia. En 2022, la recaudación fiscal proveniente de los migrantes venezolanos superó los 529 millones de dólares, una cifra superior al gasto público destinado a su atención en salud y educación, que ascendió a 494 millones de dólares. Este balance positivo demuestra que, aunque la acogida de migrantes representa un desafío considerable, también ofrece oportunidades económicas que, bien gestionadas, pueden contribuir al desarrollo sostenible del país.
En conclusión, la migración, y en particular la migración venezolana en Colombia, representa un desafío, pero también una oportunidad. Si se implementan políticas adecuadas que favorezcan la integración de los migrantes en el mercado laboral formal, los beneficios económicos y sociales pueden ser significativos. Este proceso no solo fortalecería la economía colombiana, sino que también promovería la cohesión social y el desarrollo sostenible en la región.