La gentrificación es un fenómeno social que se ha reseñado desde la década de los 60, siendo las urbes del primer mundo sus centros de origen.
Este término ha tomado relevancia después de la pandemia, ya que se ha dado una migración de extranjeros hacia varios países de América Latina, incluyendo Colombia, lo que ha generado con las nuevas dinámicas de trabajo, como el teletrabajo y los ‘nómadas digitales’, tendencias que facilitan que muchos turistas o trabajadores remotos opten por concentrarse en estos países que tienen alto atractivo turístico, calidad de vida, ubicaciones estratégicas, entre otros. Pero, ¿realmente se puede hablar de gentrificación en Colombia?
Técnicamente, se habla de gentrificación cuando ocurre un proceso de renovación o construcción urbana en los barrios o ciudades. Esta transformación se da debido al flujo de personas de clase media-alta que llega a un lugar y suele trasladar a los habitantes de menores recursos hacia otros lugares con mayores índices de pobreza. Este fenómeno social ha causado el desplazamiento de miles de personas hacia las periferias, acentuando la división de clases en los pobladores de los espacios urbanos. Cuando se genera una migración hacia barrios en peores condiciones y más alejados de los centros de trabajo, se intensifican las condiciones de pobreza.
De acuerdo con un análisis realizado por la Universidad de California y Toronto, contemplados en la iniciativa “Urban Displacement Project”, la gentrificación es un proceso que trae consigo cambios a nivel económico, demográfico, educativo e incluso racial.
La gentrificación empieza con la llegada de nuevos residentes con mayores ingresos a las ciudades que son atractivas ya sea por turismo, por ubicación o por características particulares y determinantes para que estos nuevos residentes quieran acentuarse allí. Los nuevos residentes cuentan con facilidades para realizar inversión inmobiliaria o pagar arriendos costosos, lo que conlleva a que los propietarios opten por inquilinos que paguen mayores rentas. Esta situación causa el desplazamiento de los habitantes del área, dado el encarecimiento de los servicios y los altos costos de la vivienda, viéndose obligados a emigrar a otros puntos en los que el costo de vida es menor.
Según indica el investigador del Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México, Luis Alberto Salinas Ateortua, “la gentrificación es un proceso de reestructuración de relaciones sociales en el espacio. Hace referencia a que distintos sectores de la población con mayor capacidad económica se apropian de espacios urbanos que presentan ciertas cualidades. Por ejemplo: áreas verdes, buena ubicación, equipamiento, infraestructura y zonas culturales que son muy buscadas por el capital inmobiliario”.
Es por esto que un barrio gentrificado se reconoce fácilmente por las nuevas edificaciones, remodelación de viviendas, construcción de edificios o incluso el desarrollo de espacios comerciales. Acorde con lo plasmado en ‘Urban Displacement Project’ este fenómeno puede ser entendido partiendo de tres puntos clave:
– Las condiciones históricas, es decir, que particularidades o conjunto de políticas y prácticas hicieron que determinado lugar fuera un punto susceptible a la gentrificación.
– Patrones de inversión y desinversión en la ciudad, que se dan como resultado de estas condiciones o prácticas.
– Impacto en las comunidades: resultados de la gentrificación, que, entre otras cosas, son los que llevan a un cambio de vivienda y lugar de residencia de las personas de escasos recursos. Algunos de estos impactos se reflejan en la renovación urbana, la especulación inmobiliaria, mayor inversión en servicios públicos, cambio en el uso del suelo (por ejemplo, residencial, a restaurantes y mayor comercio), cambios a nivel cultural, entre otros.