- La discusión sobre cómo cubrir el déficit financiero del sistema de salud es crucial, ya que afecta también la sostenibilidad de otros sectores clave de la economía.
Un sistema de salud desfinanciado compromete la productividad laboral. Cuando personas no pueden acceder a servicios médicos, se incrementa el ausentismo laboral y disminuye la capacidad productiva del país. Esto afecta negativamente a empresas, industrias y al crecimiento económico general, ya que una población enferma no puede contribuir de manera eficiente a la economía.
Además, el déficit en la financiación de la salud podría aumentar la presión sobre otros sectores del gasto público, como educación, infraestructura y seguridad social, que también requieren recursos. Si el gobierno se ve obligado a reasignar presupuesto a la salud, se corre el riesgo de desatender áreas fundamentales que también impactan el desarrollo del país.
Por otro lado, un sistema de salud deficitario puede desalentar la inversión privada. Los inversionistas nacionales y extranjeros buscan entornos estables y sostenibles para ubicar su capital. Si los problemas estructurales en la salud se extienden a otras áreas, como el incremento de impuestos o la inestabilidad fiscal, las perspectivas de inversión se verán afectadas, reduciendo las posibilidades de crecimiento económico.
Finalmente, el desfinanciamiento de la salud podría generar un aumento en los costos sociales a largo plazo. Una población sin acceso a servicios médicos de calidad es más vulnerable a crisis sanitarias, lo que, a su vez, puede incrementar los gastos públicos en emergencias y reducir la resiliencia económica del país frente a crisis futuras.