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Los mecanismos a los que han acudido los países para tumbar sus dictaduras

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Las dictaduras han caído a lo largo de la historia de diversas maneras, desde derrotas electorales hasta levantamientos populares, influenciadas por crisis internas, presión internacional y cambios en la estructura del poder.

Las dictaduras han sido una constante en la historia política mundial, y su caída ha ocurrido de diversas maneras, reflejando las complejidades sociales, económicas y políticas de cada contexto. Desde América Latina hasta África y Asia, los líderes autoritarios han enfrentado desde derrotas electorales hasta levantamientos populares que los han obligado a abandonar el poder. Estas transiciones, aunque a veces pacíficas, suelen estar marcadas por profundas crisis internas, intervenciones internacionales o cambios radicales en la estructura del poder.

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Otro caso es el de Uruguay en 1980, donde la dictadura militar convocó un plebiscito con la intención de legitimar un proyecto de “democracia tutelada”. Sorprendentemente, el 57,2 % de los uruguayos rechazó la propuesta, lo que obligó al régimen a iniciar un proceso de apertura política que culminó con la restauración de la democracia en 1985. Aunque el plebiscito no fue suficiente para derrocar de inmediato a la dictadura, sí marcó el principio del fin, demostrando que incluso en contextos de represión extrema, la voluntad popular puede abrir caminos hacia la libertad.

Filipinas ofrece un ejemplo diferente, donde la movilización popular fue clave para el fin de la dictadura. En 1986, Ferdinand Marcos fue obligado a huir del país tras la “Revolución Popular” que defendió la victoria electoral de Corazón Aquino. A diferencia de Nicaragua y Uruguay, aquí no fue un proceso electoral el que causó la caída del régimen, sino una combinación de fraude electoral y la presión de un pueblo decidido a terminar con décadas de opresión. Este caso resalta cómo la participación masiva y la desobediencia civil, respaldadas por sectores clave como el ejército, pueden desmantelar un régimen autoritario.

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El caso de Chile en 1988 también ilustra la importancia de los procesos electorales, aunque con matices particulares. El dictador Augusto Pinochet, confiado en su poder, convocó un plebiscito para extender su mandato por ocho años más. Sin embargo, la exitosa campaña del NO, a pesar de las restricciones mediáticas y la represión, logró movilizar a la mayoría de los chilenos en contra de la dictadura. El 55,99 % votó en contra de Pinochet, lo que lo obligó a convocar elecciones y, eventualmente, a dejar el poder. Este caso es emblemático en América Latina, demostrando cómo una combinación de estrategia política y voluntad popular puede desafiar incluso a los regímenes más férreos.

En África, encontramos ejemplos como el de Malawi en 1994, donde el dictador Hastings Banda fue derrocado tras perder un plebiscito y posteriormente unas elecciones presidenciales. A pesar de sus intentos de manipular el proceso y dividir a la oposición, Banda fue derrotado por Bakili Muluzi, marcando el fin de un régimen que había durado tres décadas. Este caso subraya cómo la presión interna, cuando se combina con procesos electorales, puede llevar al colapso de un régimen autoritario, incluso en contextos donde el poder parece inamovible.

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Finalmente, en Gambia en 2016, Yahya Jammeh, un dictador islamista que había gobernado con mano de hierro durante más de dos décadas fue derrotado en las urnas por Adama Barrow, un exguardia de seguridad. Jammeh se negó a reconocer los resultados, pero una intervención militar regional forzó su salida. Este caso refleja cómo, en algunas circunstancias, la intervención internacional puede ser crucial para asegurar una transición pacífica del poder, especialmente cuando el régimen se niega a aceptar su derrota.

La salida del poder de líderes autoritarios en situaciones similares a la de Venezuela ha variado desde transiciones pacíficas tras derrotas electorales hasta levantamientos populares y la intervención internacional. Estos ejemplos demuestran que, aunque cada contexto es único, la combinación de presión interna y externa, junto con la voluntad popular, puede ser determinante en la caída de una dictadura.

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