La agricultura absorbió hasta el 82% de los daños durante las sequías provocadas por el fenómeno de El Niño.
Los fenómenos climáticos de El Niño y La Niña afectan significativamente la economía de Colombia, especialmente en los sectores agrícola, ganadero, energético y de transporte.
Los fenómenos climáticos, como El Niño y La Niña, ejercen un impacto significativo en la economía de Colombia, particularmente en los sectores agrícola, ganadero, energético y de transporte. A través de sequías, inundaciones y cambios en las condiciones meteorológicas, estos eventos afectan la producción, la logística y los precios de diversos productos y servicios.
El Fenómeno de El Niño, caracterizado por sequías y altas temperaturas, ha golpeado con fuerza a varios sectores productivos en Colombia. Uno de los más afectados es el agrícola, donde cultivos como el arroz, el plátano, la caña de azúcar, la yuca y la papa han sufrido pérdidas significativas. Las sequías no sólo reducen la cantidad y calidad de los productos agrícolas, sino que también aumentan los costos de producción, impactando los precios finales de los alimentos para los consumidores.
Según la FAO la agricultura absorbe hasta el 82% de los daños durante las sequías provocadas por este fenómeno. En Latinoamérica, donde más del 85% de la agricultura depende del agua de lluvia y no del riego artificial, las sequías han tenido consecuencias devastadoras.
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En el sector ganadero, la escasez de forrajes debido a las condiciones áridas ha disminuido la productividad y rentabilidad, afectando especialmente la producción láctea. La mortalidad de ganado debido a la falta de agua y pasto ha causado pérdidas millonarias y una reducción en la oferta de carne y leche en el mercado.
Además, el sector energético ha experimentado presiones debido a la reducción en los niveles de los embalses destinados a la generación de energía hidroeléctrica. Esto ha llevado al riesgo de racionamientos de energía y un aumento en los precios de la energía en bolsa, afectando la competitividad y la estabilidad económica del país.
En Colombia, por ejemplo, los niveles históricos de los embalses han alcanzado mínimos alarmantes, afectando la capacidad de generación hidroeléctrica. Esto ha incrementado los costos de la energía y ha generado presiones inflacionarias en el mercado energético.
Además, la administración del mercado de energía reportó un aumento del 4,5% en la demanda en 2023, lo que ha exacerbado las tensiones en el suministro energético. La reducción en la producción hidroeléctrica ha llevado a una mayor dependencia de fuentes de energía más costosas, aumentando los precios y afectando la economía.
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A medida que Colombia se prepara para la transición hacia el Fenómeno de La Niña, se anticipa un cambio en las condiciones climáticas, con un aumento en las lluvias y posibles inundaciones. Este fenómeno podría tener impactos significativos en sectores como la agricultura, donde las inundaciones pueden destruir cultivos y provocar pérdidas económicas para los agricultores.
Actualmente, el transporte se ha visto afectado, con cierres parciales en importantes corredores viales debido a deslizamientos de tierra y daños en la infraestructura causados por las condiciones climáticas extremas. Lo anterior ha generado complicaciones en la movilización de carga y personas, afectando la actividad económica en diferentes regiones del país.
En el sector de acuicultura, La Niña podría afectar la disponibilidad de especies marinas debido a cambios en la temperatura del agua y la distribución de nutrientes, lo que afectaría la economía de las comunidades pesqueras y la seguridad alimentaria.
Además, el transporte enfrentará nuevos desafíos con las vías afectadas por las lluvias, lo que podría generar mayores tiempos de desplazamiento y complicaciones logísticas para transporte de carga.
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Los fenómenos climáticos representan desafíos significativos para la economía de Colombia, pero también ofrecen oportunidades para implementar medidas de mitigación y adaptación. Inversiones en infraestructura resiliente, desarrollo de cultivos y ganado resistentes al clima, y sistemas de alerta temprana pueden ayudar a reducir los impactos negativos en los sectores productivos y mejorar la resiliencia del país frente a eventos climáticos extremos.
Además, la cooperación entre el gobierno, el sector privado y la sociedad civil es fundamental para abordar de manera efectiva los desafíos climáticos y garantizar un desarrollo económico sostenible en Colombia. Mediante la colaboración y la acción coordinada, el país puede prepararse mejor para enfrentar los impactos de los fenómenos climáticos y proteger el bienestar de sus ciudadanos y su economía en el futuro.