En medio de un entorno político retador, la economía peruana vuelve a dar señales de solidez. Durante el segundo trimestre de 2025, el PBI de Perú creció 2,8 %, mientras que Arequipa avanzó 1,2 %, confirmando la capacidad de adaptación del tejido empresarial regional. Según líderes gremiales como Alexander Valverde, presidente de ADEPIA, esta resiliencia no es coyuntural: es el resultado de más de dos décadas de aprendizaje empresarial, una política monetaria independiente del Banco Central de Reserva (BCR), inflación controlada, tipo de cambio estable y una de las tasas de referencia más competitivas de América Latina. A esto se suma una estrategia clara de apertura económica, con tratados de libre comercio que han permitido a las empresas peruanas internacionalizarse y diversificar mercados, incluso en escenarios de alta volatilidad regional.
De cara al futuro, cuatro sectores concentran las mayores oportunidades de crecimiento en Perú: minería (y su extensa cadena productiva), construcción, agroindustria y energías renovables. La minería continúa siendo uno de los principales aportantes al PBI y actúa como motor para infraestructura y proyectos inmobiliarios; la agroindustria destaca por su generación de divisas y valor agregado; y las energías renovables —solar y eólica— ganan protagonismo, especialmente en el sur del país, con proyectos estratégicos en Arequipa. No obstante, el gran desafío sigue siendo acelerar la innovación y la sostenibilidad como ejes estratégicos reales. Para el liderazgo empresarial peruano, crecer ya no es solo una meta financiera: implica conectar estrategia, propósito y personas, entendiendo que detrás de cada indicador económico hay equipos, familias y territorios. Una lección clave para América Latina, donde la estabilidad económica, la articulación gremial y el liderazgo consciente se consolidan como ventajas competitivas.