Actualmente, la economía global atraviesa una de las mayores crisis de la historia reciente, causada por las medidas restrictivas que se tomaron para controlar la expansión del Coronavirus, las cuales implicaron una parálisis casi total en la actividad productiva. En este escenario, los gobiernos adelantaron estrategias de política fiscal y monetaria con el fin de mitigar los efectos negativos que el confinamiento ha generado en variables relevantes como el desempleo, la informalidad laboral, el consumo y la inversión. Sin embargo, se observa que la reacción de las economías ha sido relativamente tímida y lenta, considerando las cuantías de los diversos estímulos inyectados. ¿A qué se debe esto?
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Algunos expertos, incluyendo al Premio Nobel de Economía, Paul Krugman, apuntan a que es posible que la economía global esté en una trampa de liquidez. Este fenómeno, propuesto inicialmente por John Maynard Keynes, consiste en una situación en la que las tasas de interés son tan bajas que desincentivan la inversión productiva y, además, las personas tienen una fuerte preferencia por la liquidez, es decir, deciden mantener el dinero en efectivo en lugar de realizar transacciones con él. En este caso, la política monetaria expansiva en forma de incrementos en la oferta de dinero o reducciones en la tasa de interés resulta inoperante e incapaz de estimular la economía.
Este fenómeno, si bien para Keynes era extremadamente raro, ya tuvo lugar en Estados Unidos durante la crisis financiera de 2007-2008, cuando la Reserva Federal trató de reactivar la economía por medio de una estrategia de flexibilización cuantitativa (Quantitative Easing, en inglés), a través de la cual se inyectó cerca de $3,7 trillones de dólares a la economía y ubicó su tasa de interés nominal en valores cercanos a cero entre octubre de 2008 y junio de 2017. Pese a esto, el desempleo en Estados Unidos estuvo por encima del 5% hasta diciembre de 2015, por lo que la inyección de dinero no se tradujo en una recuperación del mercado laboral, aunque el PIB real sí mostró signos de recuperación previamente.
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Entonces, ¿cuáles son los síntomas que alertan sobre una posible trampa de liquidez en la economía global? De un lado, los países de mayor tamaño económico e industrializados han bajado sus tasas de interés a niveles cercanos a cero: a junio de 2020, la tasa de interés interbancaria (que es a la que los bancos comerciales se prestan entre sí) se ubicó en -0,46% en la Zona Euro, en Reino Unido en 0,06%, en Estados Unidos en 0,08% y en Canadá en 0,23%. En Latinoamérica, destacan Chile, con una tasa de interés del 0,5% y Perú, con el 0,15%. En particular, Colombia tiene una tasa de interés relativamente alta respecto a sus contrapartes de la región, la cual se ubica en 2,75%.
Otra variable relevante son las transacciones bursátiles: en un escenario de trampa de liquidez, los agentes económicos, ante la incertidumbre, prefieren conservar la liquidez antes que invertirla en acciones u otros activos. En este sentido, los índices de las bolsas de valores a nivel mundial experimentaron fuertes caídas entre enero y marzo de 2020 y, a partir de entonces, aunque los índices se han recuperado, el volumen de las transacciones continúa en niveles inferiores a los observados anteriormente. En el caso colombiano también se observa este comportamiento. De esta forma, se evidencia que los agentes están más orientados a retener liquidez.
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Otro síntoma de la trampa de liquidez es una disminución en los depósitos de ahorro de la economía, de nuevo, en respuesta al deseo por conservar la liquidez. En Colombia, desde febrero de 2020, si bien los niveles de ahorro (cuentas de ahorro y CDTs) no se han contraído, sí han crecido a tasas cada vez menores. Sin embargo, este fenómeno no necesariamente se explica por una trampa de liquidez, sino por el incremento en la tasa de desempleo, situación que propicia que los ahorros acumulados previamente se liquiden y que no se acumule nuevo ahorro al ritmo anterior.
Por último, la caída en la demanda de bienes durables, como vivienda y automóviles, también se asocia a una trampa de liquidez. En Colombia, se observó que, a abril de 2020, las ventas de automóviles y de motos presentaron disminuciones anuales del orden del 30,8% y 24,4%, respectivamente. Nuevamente, este signo puede estar asociado al incremento en el desempleo y a la subsecuente caída en el ingreso de los hogares, más que a una trampa de liquidez.
En conclusión: ¿es posible aseverar que la economía global, en general, y que la colombiana, en particular, están en trampa de liquidez? La evidencia es mixta, toda vez que algunos de los síntomas no se han registrado o, por lo menos, no están asociados a una preferencia por liquidez, sino más bien a una caída en el ingreso de los hogares. De todos modos, es necesario hacer seguimiento a las próximas decisiones de política monetaria y a sus efectos en el sector real.