De acuerdo con el Banco Mundial, se espera que el crecimiento en América Latina y el Caribe se recupere en 2025. El endurecimiento de las políticas monetarias y fiscales, necesarias para controlar la inflación pospandémica, junto con una severa recesión provocada por el ajuste en Argentina, redujeron las expectativas de crecimiento para la región en 2024. Sin embargo, la flexibilización monetaria y la reducción de las tasas de interés tras los avances en la reducción de la inflación han mejorado las perspectivas de crecimiento para 2024, elevándolas del 1,6% (hace seis meses) al 1,9%, así como un aumento del crecimiento proyectado para 2025 a niveles prepandémicos de 2,6%.
El crecimiento ha sido impulsado principalmente por el consumo en la mayoría de los países, mientras que la inversión, afectada por las altas tasas de interés, continúa siendo débil en Argentina, Chile, Colombia y Perú. Una excepción es México, donde ha aumentado la inversión privada, aprovechando las oportunidades de nearshoring y friendshoring, así como la inversión pública, especialmente en proyectos de infraestructura. Se anticipa que los precios de las materias primas se mantendrán relativamente altos, aunque con volatilidad. La fragmentación comercial, los conflictos internos y las tensiones geopolíticas generan preocupaciones sobre la capacidad de la región para aprovechar estas oportunidades. Las próximas elecciones en varios países añaden incertidumbre a la integración regional, mientras que la crisis política en la República Bolivariana de Venezuela podría dar lugar a una nueva ola de migración.
De acuerdo con William Maloney, economista jefe para América Latina y el Caribe del Banco Mundial, los presidentes de la región continúan apoyándose en un mayor gasto público para mejorar los niveles de vida, a pesar de la reducción de las transferencias de dinero implementadas durante la pandemia. México, Bolivia, Costa Rica, Ecuador y República Dominicana han incrementado “significativamente” sus salarios mínimos, lo que ha tenido un efecto positivo en indicadores sociales clave. Sin embargo, el banco advierte que los mercados laborales no son infinitamente resilientes, y nuevos aumentos podrían desincentivar la creación de empleo, profundizando la informalidad e incrementado las tasas de desempleo. Frente al salario mínimo en Colombia, Camilo Pérez, director de Investigaciones Económicas del Banco de la República, señaló que podría alcanzar un 7,7%, es decir, alrededor de 1.400.000 pesos. Por otro lado, Ricardo Bonilla, ministro de Hacienda, comentó que es más probable que el aumento sea de un solo dígito que iría en línea con el aumento de la inflación, más un índice de productividad.
Frente al crecimiento de la economía colombiana, analistas proyectan que el PIB cerrará con una variación positiva entre 1,8% y 2,0% dado un primer semestre con un comportamiento mejor a lo previsto.