- La elección de Javier Milei en Argentina ha intensificado el debate sobre la dolarización como solución ante la hiperinflación del país.
- La experiencia de países como Panamá y Ecuador ofrece perspectivas sobre los beneficios y costos de la dolarización.
La reciente elección presidencial en Argentina, que dio como ganador a Javier Milei, ha puesto en primer plano la propuesta de dolarizar la economía como medida principal para combatir la elevada inflación, que alcanzó el 160,9% en noviembre de 2023, situando al país en la segunda posición en América Latina y la tercera a nivel mundial según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). Este escenario reaviva el debate en torno a las implicaciones económicas de la dolarización, sus ventajas y desventajas, planteando interrogantes cruciales sobre la dirección futura de la política monetaria y sus efectos en la estabilidad macroeconómica.
La dolarización, desde una perspectiva económica, implica la adopción oficial de una moneda extranjera, comúnmente el dólar estadounidense. En este régimen, la autoridad monetaria renuncia al control sobre su política monetaria, ya que no puede emitir su propia moneda ni ajustar las tasas de interés de acuerdo con las condiciones económicas internas.
Las implicaciones de la dolarización son amplias y cubren desde la estabilidad de precios hasta la competitividad de las exportaciones. Aunque este enfoque puede ofrecer ventajas en términos de estabilidad cambiaria y mayor confianza de los inversores extranjeros, también plantea desafíos, como la pérdida de herramientas de política monetaria para hacer frente a shocks económicos.
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En América Latina, países como Panamá y Ecuador han optado por la dolarización como una estrategia económica. Panamá, pionero en esta medida, adoptó el dólar hace más de un siglo, resultando en tasas de inflación bajas, una oferta de créditos competitiva y un entorno comercial estimulado, según el Centro Nacional de Competitividad (CNC). Aunque limita la posibilidad de devaluaciones para estimular exportaciones, los beneficios, como intereses competitivos y servicios bancarios de primer nivel, superan los costos, según la misma fuente. Ecuador siguió esta senda en 2000, abandonando el sucre, y experimentó una notable estabilidad monetaria y financiera, reduciendo la inflación de un 36,4% promedio anual (1980-1998) al 4,5% (2001-2019), según el Banco Central de Ecuador (BCE).
En Cuba, la creciente presencia del dólar, tanto en el mercado informal como en el oficial, desafía las medidas gubernamentales para frenar la circulación de la moneda extranjera, impulsada por la inflación, la alta dependencia de importaciones y la depreciación del peso cubano. En Venezuela, el dólar se ha utilizado desde 2019 debido a la hiperinflación y crisis eléctrica, siendo considerado una “válvula de escape”. Aunque el gobierno venezolano ha implementado medidas, como impuestos a pagos en divisas, para controlar la dolarización, su uso ha facilitado transacciones y operaciones comerciales, a pesar de restricciones en apertura de cuentas bancarias y préstamos en dólares.
El economista ecuatoriano Jaime Carrera, secretario Ejecutivo del Observatorio de la Política Fiscal, evaluó los resultados de la dolarización en Ecuador. Según él, esta decisión ha tenido impactos negativos, como la dificultad para mantener un crecimiento económico sostenido, lo que ha generado descontento social por la falta de empleo y altos niveles de pobreza. Además, durante el periodo de 2007 a 2017, hubo un aumento significativo del gasto público, con déficits fiscales financiados a través de una acumulación de deuda externa que actualmente presenta desafíos para su manejo. Según Carrera, abordar los actuales desajustes fiscales requiere una disciplina fiscal cuidadosa debido a las demandas específicas de la dolarización.
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El plan para controlar la inflación en Argentina mediante la dolarización económica ha suscitado un intenso debate entre expertos económicos, encabezado por Javier Milei. El economista Emilio Ocampo ha sugerido la posibilidad de llevar a cabo la dolarización en tan solo tres meses, con la condición clave de asegurar la disponibilidad de dólares. Se contempla la creación de un “banco de reservas en el exterior” para canjear las deudas en pesos por bonos respaldados con acciones de empresas públicas. No obstante, expertos como Santiago Bulat y Sebastián Menescaldi expresan reservas sobre la viabilidad y conveniencia de este enfoque. Argumentan que podría conllevar un elevado endeudamiento en moneda extranjera, compromisos financieros desafiantes y la pérdida de autonomía ante las decisiones de política monetaria de Estados Unidos. El debate persiste mientras se aguardan detalles oficiales sobre el plan de dolarización, generando incertidumbre en el panorama económico argentino.