- En Colombia, el sistema de salud combina aseguradoras privadas y entidades públicas, con el objetivo de equilibrar la competencia regulada
- La proporción del PIB destinada a la salud no garantiza eficiencia, la verdadera medida es la cobertura ofrecida
- La búsqueda de cobertura universal, equidad en el acceso y eficiencia financiera son fundamentales para fortalecer los sistemas de salud en la región.
La evolución reciente de los sistemas de salud en América Latina ha mostrado un cambio hacia enfoques más inclusivos y orientados a la cobertura universal. Varios países han implementado reformas para mejorar la accesibilidad, equidad y eficiencia de los servicios de salud. Se ha presentado una tendencia hacia la adopción de estrategias basadas en la Atención Primaria de Salud, así como esfuerzos para fortalecer los sistemas de seguridad social. A pesar de estos avances, persisten desafíos, como la desigualdad en el acceso a la atención médica y la necesidad de adaptarse a las crecientes demandas de una población en constante cambio.
Brasil ha establecido el Sistema Único de Salud (SUS), un modelo de atención médica pública universal que busca garantizar el acceso a servicios integrales, enfrentando desafíos dada su vasta geografía y diversidad poblacional. México ha implementado el Seguro Popular, destinado a mejorar la cobertura médica para segmentos desatendidos, aunque con limitaciones en términos de financiamiento y eficiencia operativa. Argentina ha desarrollado un sistema de salud fragmentado que combina el acceso público y privado, generando desafíos en términos de equidad y calidad. Chile ha implementado un modelo de aseguramiento con participación pública y privada, aunque persisten preocupaciones sobre la equidad en el acceso y la atención. Cuba ha establecido un sistema de salud centralizado con fuerte inversión en atención primaria, enfrentando desafíos económicos. En Colombia, el sistema de salud es mixto, incorporando aseguradoras privadas y entidades públicas, buscando equilibrar la competencia regulada, pero enfrentando desafíos financieros y disparidades en la calidad de la atención entre las entidades.
La diversidad en los sistemas de salud de la región refleja las complejas realidades políticas y sociales de cada país. Argentina se destaca por su estructura descentralizada, Bolivia ha establecido una división de gobierno para abordar necesidades regionales, Brasil combina servicios públicos y privados, y Chile presenta un sistema mixto basado en el aseguramiento. Colombia, con un sistema de competencia regulada, enfatiza la participación público-privada. Ecuador adopta un enfoque mixto, Paraguay cuenta con un sistema diversificado que involucra al sector público, privado y mixto, y Uruguay coexiste con un sector público y privado. Venezuela tiene subsistemas público y privado, donde el financiamiento público respalda instituciones como el Ministerio del Poder Popular para la Salud y el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, mientras que el sector privado se financia principalmente mediante pagos directos o empresas aseguradoras. Estas diferencias presentan una visión de los enfoques adoptados por los países suramericanos en la provisión de servicios de salud.
El financiamiento en salud en los países latinoamericanos revela variaciones entre ellos, y el sistema colombiano presenta diferencias y similitudes significativas en comparación con sus pares de la región. Argentina se destaca por asignar un 10,4% de su Producto Interno Bruto (PIB) al gasto público en salud en 2020, seguido de Uruguay 6,5% y Colombia 5,9%. Con un gasto público en salud inferior se encuentran, Bolivia 4,4%, Ecuador 4,3%, Brasil 3,9%, Perú 3,1%, Paraguay 3% y Venezuela con una mínima asignación del 0,1% en gasto público en salud como porcentaje del PIB.
Sin embargo, es importante reconocer que la proporción del PIB destinada a la salud pública no garantiza automáticamente la eficiencia del gasto. La eficiencia del financiamiento debe evaluarse considerando la cobertura ofrecida por estos sistemas de salud. Por lo tanto, mientras algunos países pueden asignar grandes porcentajes de su PIB a la salud, se debe analizar cómo estos recursos se traducen en la cobertura de servicios para la población, lo cual permite una evaluación más precisa de la efectividad de los sistemas de salud en cada país, y destaca la importancia de equilibrar la asignación de recursos con la capacidad de proporcionar una cobertura integral y accesible para todos (Crisis financiera del sistema de salud puede generar un problema de atención).
En términos de protección social en salud y coberturas, Colombia se destaca por su Sistema General de Seguridad Social en Salud, abarcando el 96% de la población total. En Argentina, el sistema se caracteriza por un subsector de seguro social que cubre al 55% de la población. Bolivia implementa seguros públicos y programas de protección social, con una cobertura del 42,5%. Brasil ha logrado una cobertura universal con el Sistema Único de Salud (SUS), mientras que Chile presenta un sistema mixto con un 93% de la población cubierta por seguros, ya sea público o privado.
Colombia y Ecuador comparten la búsqueda de la universalidad, con el primero destacando su competencia regulada a través de Empresas Promotoras de Salud (EPS) y el segundo enfocándose en seguros sociales y privados. Paraguay coexiste con diversos subsistemas, Perú presenta un sistema mixto, y Uruguay cuenta con un alto porcentaje de afiliación a algún tipo de seguro (96%). Venezuela ha implementado el Plan Nacional de Salud con Barrio Adentro como estrategia central, proporcionando atención integral y continua con énfasis en la atención ambulatoria.
En cuanto al gasto de bolsillo en salud, Paraguay cuenta con el 38,3%, Ecuador con el 33,8%, Venezuela con el 25,8%, Argentina con el 24,1%, Perú con el 22,7%, Brasil con el 22,3%, Bolivia con el 21,2%, Uruguay con el 16,6%, Colombia con el 13,5%, y Cuba con el 8,9% como porcentaje del gasto corriente en salud. Un alto porcentaje sugiere limitaciones en el acceso a servicios de salud sin incurrir en costos adicionales, mientras que un porcentaje más bajo indica un mayor respaldo del sistema de salud para cubrir los costos.
Fuente: Banco Mundial, elaboración Sectorial
En resumen, Argentina lidera en términos de mayor porcentaje de gasto público en salud entre los países analizados, aunque su eficiencia se ve cuestionada debido a una cobertura que alcanza sólo aproximadamente la mitad de su población y un elevado gasto de bolsillo, representando el 24,1%. En contraste, Uruguay asigna el 6,5% de su PIB al gasto público en salud, logrando una cobertura casi completa para su población y un menor gasto de bolsillo, que se sitúa en el 16,6%. Los sistemas de salud colombiano y ecuatoriano comparten similitudes al destinar el 5,9% y el 4,3% de su PIB, respectivamente, al gasto público en salud en 2020, ambos con cobertura universal. Sin embargo, se observan disparidades en el gasto de bolsillo, siendo del 13,5% en Colombia y del 33,8% en Ecuador, lo que hace más eficiente el sistema colombiano.
Los sistemas de salud en América Latina presentan una rica diversidad de enfoques y desafíos. El modelo colombiano, con su sistema mixto y enfoque en la competencia regulada, ofrece lecciones para la región. La búsqueda constante de la cobertura universal, la equidad en el acceso y la eficiencia financiera son elementos clave para fortalecer los sistemas de salud en la región.
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