América Latina y el Caribe importan el 78% de los fertilizantes que utilizan, lo que los convierte en la región más dependiente del mundo, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). La situación, agravada por la falta de materias primas esenciales como fósforo y potasio, limita la capacidad de producción local, señala el portal Bloomberg Línea. Por ejemplo, en Colombia, apenas el 5% de los fertilizantes provienen de procesos nacionales, lo que deja al país en una posición vulnerable frente a fluctuaciones internacionales.
El informe de la Cepal destaca que, en 2022, los fertilizantes nitrogenados, potásicos y compuestos representaron más del 99% de las importaciones regionales, mientras que apenas el 6% de estas provenían de países latinoamericanos. Brasil, aunque es el mayor importador, también destaca como séptimo productor mundial de fertilizantes fosfatados, con una participación del 4,4%.
A pesar de que los precios globales de fertilizantes han caído un 58% desde su máximo en 2022, la región sigue enfrentando un déficit comercial creciente, pasando de US$13.400 millones en 2020 a US$36.500 millones en 2022.
Según la Cepal, la promoción de biofertilizantes y el fortalecimiento de la industria local son esenciales para reducir la dependencia, mejorar la seguridad alimentaria y mitigar riesgos económicos y ambientales a largo plazo.
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