El 18 de marzo en las horas de la noche, un vehículo autónomo de la empresa Uber atropelló de muerte a una mujer en el estado de Arizona en EEUU. La víctima cruzaba la calle fuera de la senda peatonal, así lo aseguró la policía en el diario New York Times.
Pese a que el conductor iba a bordo en el recorrido de prueba, el auto se encontraba en “modo autónomo” en el momento del impacto. Actualmente, el único comunicado público de Uber frente al accidente fue un tuit del CEO, Dara Khosrowshahi, donde dice: “nuestras condolencias para la familia de la víctima. Cooperamos totalmente con las autoridades locales en su investigación sobre el accidente”.
En diciembre de 2016 uno de los carros autónomos se pasó un semáforo y a comienzos de 2017 hubo una colisión contra otro vehículo, sin embargo, es la primera vez que se presentan víctimas, razón por la cual, la empresa tuvo que detener las pruebas con este tipo de tecnología en Tempe, Pittsburgh, San Francisco y Toronto (Canadá).
Este tipo de fallas en el sistema se traducen en un retroceso para el sector automotriz, que dio un paso atrás no solo en el estado norteamericano sino a nivel mundial con la generación de desconfianza por parte de los usuarios y un mayor reto para los desarrolladores de esta tecnología, donde se priorice el bienestar de los ciudadanos.
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