Con el reciente fenómeno de El Niño uno de los sectores que se vio perjudicado fue la industria panificadora. Este factor y la fortaleza tomada por el dólar, hizo que los insumos directos, como la harina de trigo e indirectos, como el alimento para las aves ponedoras, haciendo referencia al maíz, elevaran sus precios colocando a la industria panificadora del país en una situación difícil.
La costa caribe fue, sin duda alguna, uno de los mercados que de forma clara dejó ver su problemática. Los panaderos argumentaron tener pérdidas en la producción de pan, un bien común en la dieta pero con alta sensibilidad en la demanda ante las variaciones en el precio, por lo cual incrementar el valor por unidad, implicaba quedarse con el producido.
Sin embargo, algunos miembros de la industria panificadora encuentran oportunidades en el mercado. Ejemplo de ello es la empresa nacional Comapan que espera generar al cierre del 2016, ingresos por 110.000 millones de pesos. La estrategia, según el presidente de la compañía, Alejandro Vélez, ha sido la diversificación del producto que ya son 270. A estas movidas se le suma, la entrada de insumos con precios competitivos derivados del tratado de libre comercio con Estados Unidos y la estabilización de los precios internacionales del trigo y otros cereales, además de la presencia de lluvias en gran parte del territorio nacional, que incentiva la producción interna de algunos requerimientos.
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