El panorama de las empresas relacionadas a la publicidad, por el momento, no es el mejor, en un sector que se transforma a ritmos gigantes por aspectos como la innovación en las tecnologías de información, incluyendo aparatos inteligentes, redes inalámbricas y el fortalecimiento de las redes sociales; el gasto de tiempo en líos jurídicos como el que presentan las empresas Vallas y Avisos con Publik y a lo que se le suman cambios regulatorios y la pérdida de confianza por parte de la sociedad espectadora, es impermisible.
La industria de la publicidad no tiene suficiente con enfrentar fenómenos como el auge de la regulación en internet y el surgimiento de los Ad blockers y ahora parece que enfrenta un nuevo problema: la pérdida de la confianza de la sociedad. Aunque el hecho no es causa directa, sino indirecta ocasionado por la manía de las empresas productoras de creer que cada producto que lanzan al mercado es la solución a todos los problemas de la vida, para no ir muy lejos: Kokoriko, Oscillococcinum de laboratorios Synthesis, el té chino de Natural Vitamins, Redu Fat Fast de Jorge Hané Laboratories Colombia, por nombrar algunos, son los casos que complican la situación de la industria publicitaria.
Si bien, estos hechos pueden tomar un tiempo en tener efectos, la creencia en la publicidad, sin importar el medio por el cual se realiza, disminuye. La apatía a los cúmulos de información invasiva en todos los espacios crece y portales como Google lo tienen claro, al punto que su extensión ABP reemplazará los anuncios que detecte por mensajes sobre censura en internet. Al final, en todo este proceso las agencias publicitarias son las que directa e indirectamente terminan recogiendo el mayor impacto, la pregunta es ¿culpables o no?