Con las recientes elecciones en Chile, Honduras, Colombia y Brasil, que dieron como ganadores a líderes de izquierda, el 89% de nuestra población, cerca de 562 millones de personas, ahora somos liderados por esta corriente política (Gustavo Petro 2022 – 2026).
El ascenso de la izquierda va de la mano de la caída de los partidos políticos tradicionales, el apogeo de las minorías y los movimientos sociales, liderados por mujeres, indígenas y afro. Lo que algunos han acuñado como la “ola rosa” (para alejarse del color rojo del comunismo).
Esa “ola rosa” tiene la oportunidad de consolidar la región como un bloque para aumentar su competitividad económica y que redunde en el bienestar de la población, siempre y cuando lo integre con el desarrollo amable con las empresas.
Sin embargo, las condiciones particulares en el liderazgo en cada país pueden limitar la consolidación del bloque. De los mandatarios de izquierda, solamente Andrés Manuel López Obrador en México y Luis Arce en Bolivia, cuentan con una buena aprobación y no están enfrentando protestas marcadas por parte de la población (Impacto Sectorial del Gobierno de Gustavo Petro).
Lo anterior pone un precedente y es que la nueva izquierda no cuenta con la misma popularidad de años anteriores, lo que obliga a hacer acuerdos nacionales si quiere sacar adelante los proyectos.
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