El 21 de junio, el alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, anunció que a partir de noviembre de 2028 se prohibirán los alquileres temporales en la ciudad. Esta decisión busca abordar la crisis de vivienda que ha dejado a residentes y trabajadores fuera del mercado inmobiliario debido al aumento en los precios de los arriendos.
El plan contempla reincorporar al mercado residencial 10.000 apartamentos actualmente registrados como alquileres temporales en plataformas como Airbnb. Barcelona no es la única ciudad que ha tomado medidas drásticas contra los alquileres temporales. Nueva York, Berlín y varias ciudades costeras de California también han impuesto restricciones para aliviar sus respectivas crisis de vivienda.
Desde su lanzamiento en 2007, Airbnb ha revolucionado la industria turística, ofreciendo alojamiento flexible y una experiencia más local. Sin embargo, ha sido criticada por inflar los precios de las viviendas y afectar negativamente a los residentes locales. Eliminar los alquileres temporales podría resultar en precios de alojamiento más altos para los viajeros. Según Lucy Perrin, especialista en hotelería del diario británico The Times, “los alquileres temporales ofrecen una experiencia más auténtica y, a menudo, son más económicos, especialmente para familias y grupos”.
Una investigación de la Harvard Business Review sobre la prohibición en Nueva York concluyó que los alquileres temporales no son los principales causantes de los altos precios de arriendo. Las regulaciones, en lugar de prohibiciones, podrían ofrecer mejores beneficios tanto para la ciudad como para sus residentes.
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