Si las diferentes sociedades a nivel mundial comparten algunas características entre sí, lo más seguro es que allí se encuentre el deseo de adquisición de productos y un estilo de vida ostentoso, es decir, un consumismo cada vez mayor. Y para este “algo” en común es que el mayor requisito es la energía, factor clave teniendo en cuenta que la población mundial crece alrededor de 200 mil personas por día, lo que es aproximadamente 73 millones por año. A tal ritmo para el 2050 seremos 2.000 millones más que hoy, es decir, 9.000 millones. El incremento de la población y la prosperidad económica en la sociedad conducirán la demanda de energía a un crecimiento del 37% hasta el 2050.
Foto: www.sxc.hu Autor: Griszka Niewiadomski
Ante la caída en el precio de crudo de petróleo las miradas tornan alrededor de otros energéticos de origen fósil y es el gas natural quien atrae la mayoría de ellas. El creciente uso de este combustible ha llevado a pensar en él cómo un buen sustituto al petróleo y el carbón debido principalmente a sus beneficios referentes al impacto en el cambio climático y en la contaminación ambiental, además se encuentra la seguridad y el acceso energético y su sostenibilidad ambiental.
La abundancia del gas natural provee seguridad energética, pues según la Agencia Internacional de Energía, hay suficientes recursos de gas natural para alrededor de 230 años en función de los actuales niveles de consumo. Permitiendo a los países usarlo para controlar las interrupciones de suministro de otras fuentes de energía. Con respecto a la accesibilidad que posee el gas, es posiblemente uno de los combustibles fósiles más versátiles actualmente ya que puede ser más eficiente que el uso del carbón y el petróleo y complemento ideal para diferentes fuentes de energía variable como la solar o la eólica. Si se logra asociar con energías renovables puede ayudar a lograr una sostenibilidad ambiental y disminuir la contrición ambiental debido a que es el combustible fósil de combustión más limpia produciendo menos de la mitad de dióxido de carbono y tan solo un décimo de los contaminantes atmosféricos que genera el carbón.
El posicionamiento que posee el gas natural en Colombia es alto, su participación como proveedor de consumo de energía primaria es del 25% de la totalidad del mercado, ejemplo de ello es el impacto social que posee el energético pues el 86% de las viviendas de estrato 1,2 y 3 tienen instalación de gas natural y el 46% de las viviendas en el país tienen servicio. Su mayor demanda corresponde a las termoeléctricas y a la industria que sumadas representan el 50%, mientras que la exportación a Venezuela es solo el 8% de la totalidad de demanda. Dada la situación del mercado y la creciente inversión que se ha realizado en la exploración de yacimientos convencionales o no convencionales, es posible creer que Colombia está cerca a experimentar un “Boom gasífero”, permitiendo una autosuficiencia en el territorio Colombiano y un aumento en las exportaciones hacia países como Venezuela que enfrenta constantemente cortes y racionamientos de energía, o Panamá y los países centro americanos.
Aunque Colombia puede convertirse posiblemente en un gran productor gasífero, el precio del combustible ha tenido un comportamiento muy similar al del precio del crudo de petróleo presentando una gran caída desde el año 2008 pero sin tener ningún tipo de recuperación. Sería el precio del gas natural junto con lograr encontrar nuevos yacimientos, las variables que guiarían el nuevo rumbo energético del país, es por ello que tanto el gobierno como las empresas de hidrocarburos nacionales deberían centrar sus objetivos en él y definir el futuro de la mano del gas.
Fuente: Indexmundi.
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