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El 51 % del tráfico en internet ya no proviene de usuarios reales, sino de bots

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  • El ecosistema digital a nivel mundial se ha venido transformado, al punto que el tráfico en internet ahora es en mayor medida generado por inteligencia artificial y bots.
  • El hecho de que esta tendencia se agudice genera riesgos de ciberseguridad, haciendo todo un reto para las empresas a la hora de detectar bots maliciosos.

En los últimos años, el ecosistema digital ha sido testigo de una transformación profunda en la composición del tráfico en Internet. Los bots, cada vez más sofisticados y alimentados por inteligencia artificial (IA), han superado a los humanos en volumen de actividad online. Según varios informes recientes, el 51,0 % del tráfico global en la red ya no proviene de usuarios reales, sino de programas automatizados, muchos de los cuales tienen fines maliciosos.

Dentro de este porcentaje, un alarmante 32,0 % fue generado por bots maliciosos. Estos programas automatizados han evolucionado más allá de sus versiones rudimentarias para convertirse en herramientas capaces de imitar comportamientos humanos con alta precisión. Lo anterior, dificulta su detección por parte de los sistemas de seguridad tradicionales. En este contexto, los actores cibernéticos aprovechan las capacidades de la IA para perfeccionar estos bots, haciéndolos más persistentes, evasivos y eficaces.

La empresa Thales, especializada en ciberseguridad, advierte que los bots no solo están aumentando en volumen, sino también en sofisticación. Actualmente, pueden automatizar ataques dirigidos como la toma de cuentas (account takeover), el scraping y la explotación de vulnerabilidades, todo a velocidades y escalas que serían imposibles para un humano. Lo más preocupante es que, a medida que la IA generativa continúa mejorando, la línea entre la actividad humana y la automatizada se vuelve más difusa.

Esta tendencia plantea serios desafíos para empresas y usuarios. Por un lado, el incremento de bots maliciosos afecta directamente al rendimiento de los sitios web. De acuerdo con un análisis de ITDO, estos bots no solo consumen recursos de servidor, sino que también impactan negativamente el Search Engine Optimization (SEO), al distorsionar las métricas de tráfico y dificultar el análisis de la verdadera interacción de los usuarios con una página. La presencia de bots puede falsear indicadores clave como la tasa de rebote o el tiempo de permanencia, lo que a su vez repercute en el posicionamiento en motores de búsqueda como Google.

Por otro lado, los bots se han convertido en un canal eficaz para desplegar campañas de desinformación, manipular resultados en redes sociales o ejecutar fraudes publicitarios. La compañía Bit Life Media señala que estos programas son capaces de crear perfiles falsos, replicar patrones de comportamiento humano en redes sociales e incluso mantener conversaciones convincentes, lo que complica la identificación de contenidos genuinos. En un entorno político o económico inestable, esto podría traducirse en impactos reales sobre la opinión pública o los mercados.

En este escenario, la ciberseguridad enfrenta un reto crucial: adaptarse a una nueva generación de amenazas impulsadas por inteligencia artificial. Las soluciones convencionales basadas en reglas estáticas y firmas digitales están quedando obsoletas frente a bots que aprenden y se adaptan en tiempo real. Por ello, muchas empresas están recurriendo a sistemas de defensa basados también en IA, capaces de identificar patrones anómalos y responder de forma dinámica.

Sin embargo, esta carrera tecnológica plantea también un dilema ético, la misma tecnología que permite combatir a los bots puede ser utilizada para crearlos. La automatización de amenazas mediante IA genera un círculo vicioso donde el nivel de sofisticación de los bots solo puede ser contrarrestado con herramientas igualmente avanzadas, elevando la complejidad y el costo de la defensa digital.

En conclusión, el auge de los bots en Internet no es un fenómeno anecdótico, sino una transformación estructural del panorama digital. La inteligencia artificial ha catalizado el crecimiento de estos agentes automatizados, que hoy representan más de la mitad del tráfico online. Su impacto va desde el deterioro del rendimiento web hasta el aumento de ciberamenazas y la manipulación de la información. Ante esta realidad, es indispensable que empresas, gobiernos y usuarios desarrollen una mayor conciencia sobre este fenómeno y fortalezcan sus estrategias de defensa. El futuro de la seguridad digital dependerá, en gran parte, de nuestra capacidad colectiva para anticipar, detectar y neutralizar esta nueva generación de amenazas invisibles.

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