Colombia en los últimos años se ha convertido en un exportador importante de aceite de palma, ocupando un puesto importante pero muy por debajo de Indonesia y Malasia, y muy cerca de Tailandia. Tan importante se ha vuelto este sector que departamentos como Cesar han superado en exportaciones a la capital del país y se ha convertido en la primer región en ventas externas.
Claro está que este logro no fue solo derivado del comercio del aceite de palma africana, sino que otros productos aportaron en la cifra, tal es el caso de la minería, el café, el banano y la piña que en conjunto hicieron que el departamento tuviese un alza de 30,5% logrando mover al exterior 2.724 millones de dólares. De igual forma, según la Sociedad de Agricultores de Colombia, SAC, el cultivo de aceite de palma se encuentra entre los que mejores resultados percibe en la Encuesta de Opinión Empresarial Agropecuaria.
Sin embargo, no todo es positivo en torno al sector Palmicultor. Relacionado a la Ley Zidres, que ya fue aprobaba en la Corte Constitucional, los vacíos y el inconformismo son amplios dentro de las esferas políticas como de asociaciones campesinas, quienes argumentan que no han definido los títulos de propiedad al pequeño agricultor y ya van a entregar tierras a los grandes inversionistas, haciendo que la relación sea laboral y no una estructura de sociedad, el problema que ya se evidencia en las áreas dedicadas al cultivo de aceite de palma.
Lo anterior, dicen los opositores, ahondará el problema y no ofrecerá soluciones. Cabe aclarar que el sector palmicultor sería uno de los beneficiados con la Ley Zidres. Por ahora, el plan continúa su curso cargando con una situación que en el largo plazo puede tornarse perjudicial para su desempeño.
