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Actualmente, la palmicultura en el mundo está atravesando por un momento de crisis especialmente en Latinoamérica. En Ecuador, por ejemplo, las dificultades provocaron un incremento en las importaciones de aceite de palma, esto hizo que Colombia incrementara las ventas externas de este producto al país vecino, sin embargo, los palmeros que migraron al modelo de negocio exportador generaron un descuido en el abastecimiento del mercado local.
De acuerdo con Jens Mesa, presidente ejecutivo de Fedepalma, “la menor oferta exportable de Ecuador, originada primordialmente por la afectación de la Pudrición del Cogollo (PC), la unificación del precio de venta en el mercado local colombiano y la mayor competitividad del precio del aceite de palma frente a sus sustitutos, propició que rápidamente Colombia pasara de un escenario de compradores a vendedores”
Este panorama desfavorable para muchos países de la región ha generado en Colombia una oportunidad para la comercialización, y de cara al futuro el sector se planteó la meta de contar con el 50% de su producción de aceite de palma crudo certificada y sostenible a 2021 y en 2023 el 75%.
En este orden de ideas, el dirigente gremial informó que “no podemos perder de vista que este es un negocio de largo aliento, sujeto a ciclos, en el que la clave en gran medida es la persistencia. De hecho, la tendencia decreciente de los precios que el sector ha venido experimentado en los últimos años empezó a cambiar”, de su parte, Miguel Sarmiento, presidente de la junta directiva de Cenipalma, manifestó que “el negocio de la palma en Colombia es competitivo, pero no todos los productores han asumido las buenas prácticas”.
